Cosas que se me ocurren




Una tarde placentera a son de plena en Salamanca

Hace tiempito que no escribía un tema, pero es que estaba esperando el momento perfecto y la inspiración ideal.  

Bueno con eso dicho..

Estaba cayendo la noche a las orillas del Río Tormes en Salamanca, España, cuando de momento se comienza a escuchar la rica plena borinqueña.  Fue algo cómico porque cambiamos la rutina del oído español, acostumbrado al sonido de la guitarra española en combinación con el cajón de flamenco.  La gente nos pasaba por el lado; unos se reían, bailaban y otros seguían su rumbo como si nada. Una de las cosas que más me gustó de esa tarde fue cuando un Salmantino con mucha curiosidad se nos acercó, tocó con nosotros y hasta nos dijo que Puerto Rico es el único país que le interesa conocer; en ese momento se me hinchó el pecho mi hermano.  Por otra parte hubo dos niñas pequeñas que salieron de su balcón y hasta nos grabaron, así que, por lo que veo, el ritmito antillano sabroso y pegajoso les agradó a los que una vez fueron nuestros colonizadores (entre risas).

Esa tarde del sábado, 26 de abril, las orillas del Río Tormes y cada estrecho callejón de la histórica Salamanca se llenaron de sabor y de cultura puertorriqueña.  No solo por la plena, sino por el grupo de amistades boricuas que estábamos cantando y tocando la semillita de cultura de nuestra tierra, como bien lo dice Lalo. Mis dos panas del alma, Alejandro y Carlitos, acompañándome con güiro y pandereta, mi mejor amiga Bea en la coreografía, “ella que casi ni baila”, en las cámaras Paola y Carla y, por último, mis parceros colombianos, Joaco y Jorge.  Todos nos “esgalillamos” cantando; Carlitos salió con un tajo en la mano por el requinto y yo,  sin hombro; pero qué te puedo decir, “sarna con gusto no pica”.  Como ven, éramos un grupo de amigos que ama a su patria y su música nacional en combinación con dos colombianos que aprecian el folclor de un país que no es el de ellos. No obstante, todo fue tan placentero, ya que nos curamos, como bien dije en la entrada anterior.  Cada toque del pandero y cada canto era como un suero que necesitas cuando estás deshidratado por una gastritis.  

La plena para mí significa mucho más que un género musical, es un estilo de vida, una manera de comunicar lo que uno siente a través de una inspiración cuando compones una canción o repicas un pandero. La plena significa unión; unión de un pueblo, de un grupo de amistades, unión con un desconocido (lo que nos sucedió).  Esos tres tambores de mano y el güiro hacen un tipo de magia cuando se juntan y se convierten en un ritmo llamado plena.  Una magia que ayuda a olvidar penas, malos ratos y tragedias, porque unifican a un pueblo sin importar sus circunstancias.

Este gran sentimiento por mi género nacional lo volví a confirmar esa tarde del 26 de abril a miles de kilómetros de distancia de mi islita, en Salamanca, España. 



Por: Enio A. Suasnávar









¿Qué hace un plenero en España cuando le pica la vena?

Bueno, a muchos les puede parecer interesante el título de esta entrada. ¿Qué hace un plenero en España cuando le pica la vena? Estoy seguro que el plenero que ha estado lejos de su tierra me va a entender.  Realmente si te pones a pensar no puedes hacer mucho, simplemente deprimirte un poco y ponerte a ver vídeos en Youtube para de esa forma agonizar en tu propia depresión. 

Sé que puede parecer un poco exagerado de mi parte las palabras que estoy utilizando, pero qué te puedo decir; la plena es la mejor droga, y el plenero que es de corazón, sabe que la misma emite el mejor arrebato que cualquier persona puede sentir.  Sí, soy adicto a la plena y en estos momentos mi hermano, Carlitos Sánchez, y yo estamos rompiendo en frío, con un frío descomunal en España.

Ya terminado el paréntesis que hice, yéndome en un viaje y comparando la plena con una droga, quiero contarles cómo Carlos y yo hemos lidiado con esta situación que nos incomoda bastante.  

Primero:
     Nos ponemos a pensar sobre la plena, los plenazos, nuestros "jammin sessions" como si estuviéramos en Puerto Rico.  Todo esto se escucha bien bonito, pero al final estamos jodidos, disculpándome por la expresión, porque no podemos salir a tocar, debido a que la temperatura está a 30 grados Fahrenheit,  y si tocamos en el apartamento, nos llaman a la policía…...  ¿A dónde me fui a meter mi hermano?

Segundo:
     Bueno en segundo lugar, para poder matar un poco el vicio, nos ponemos a ver vídeos en Youtube de los plenazos y de presentaciones de otros grupos.  Esto hace que me inspire y me ponga a componer canciones y de la misma forma me calme un poco. Sin embargo, tengo un problema, llamo a Carlitos y le canto la canción, él comienza a envolverse y a hacer que me pique la vena nuevamente……..  Al parecer no hay manera para combatir esto.   ¡Que horror!

Tercero:
     Como se dieron cuenta hace dos párrafos atrás, sí nos llevamos los panderos; era algo inevitable.  Aunque fuera una sola vez la que tocáramos, queríamos tenerlos y sentir un pedazo de la isla cerca.  Gracias a Dios y al tiempo bajé un fin de semana para Madrid con Carlos y los dos formamos un pequeño junte plenerístico y, te digo la verdad mi hermano, nos curamos con un quinto y un seguidor.  Lo más chistoso era como la gente nos miraba y en las caras se les notaba un cierto tipo de tímido interés por esos tambores de mano que se escuchaban repicar.

Ese día Carlitos y yo tocamos hasta que cayera el sol y no era para menos; era justo y necesario.  

Se los digo mis amigos, no va a ser la única vez que toquemos en España, hay que continuar alimentando la vena y dejando sentir la Plena en el mundo.

Mi cultura la llevo hasta la luna si pudiese, pero por ahora la dejo sentir en la Madre Patria.

Por: Enio A. Suasnávar


No hay comentarios.:

Publicar un comentario